miércoles, 14 de diciembre de 2011

Lo que me dejó el DAL






El primer fin de semana de diciembre (3 y 4) hubo una “Hackatón” llamada Desarrollando América Latina. Yo participé en ella junto con un buen número de personas más aquí en Uruguay. Era un evento internacional en el que participaban, cada cual en su sede, cinco países: México, Argentina, Uruguay, Chile, Brasil y Perú. La sede en Uruguay fue en Coworking (Bvar. España y Libertad, Pocitos Viejo, Montevideo), una empresa que se dedica a desarrollo de software y usa herramientas libres. Éste evento era apoyado por Google, la Intendencia de Montevideo, Cubox y Ciudadano Inteligente entre otros. Nos conectábamos vía internet con las otras sedes e incluso trabajábamos conectados con otros.
En Uruguay hubieron cuatro equipos: uno que actuó en solitario, dos conformados por personas que se conocían de antes y uno (el mío) formado por personas que no se habían visto nunca en sus vidas.
Habían temas definidos y premios regionales y nacionales. Los temas fueron educación, seguridad y presupuesto. Los premios nacionales fueron del 1º al 3º: U$3000, U$2000 y U$1000 y merchandising de Google y GitHub. Los regionales fueron del 1º al 3º: Un viaje de 5 días para todos los miembros del equipo a Sillicon Valley con entrevistas en diferentes empresas de allá y demás, Un premio en plata U$3000, Un premio en plata U$2000 y seguimiento del desarrollo, entrevistas en medios nacionales e internacionales. El equipo donde yo estaba (Equipo “Accidental”), formado por Sergio Spaolonzi, Horacio Zamora y yo, ganó el segundo premio nacional con un programa que mostraba la incidencia de accidentes de tránsito en Montevideo sobre mapas de Google. Quedó muy bien, a mi modo de ver, y es bastante extensible y adaptable.

Después de esos dos días que pasamos de largo en un mismo edificio conviviendo, me han quedado varias cosas. Esta es mi lista.

  • Ganas de participar en otro evento similar. La camaradería y entusiasmo con el que se trabajó fue fantástico. El ambiente fue genial, conocimos mucha gente que no conocíamos de antes y que estaría buenísimo seguir conociendo. Además, nos cuidaron muchísimo, con café, té, refrescos y mucha, mucha comida.
  • Ganas de seguir desarrollando la aplicación creada. Tiene mucho potencial y seguramente sigamos con ella aunque ahora “no nos paguen” por hacerlo.
  • Un equipo de trabajo. Gente con la que vamos a seguir en contacto, tratando de aportar a un proyecto que va más allá del concurso y su premio.
  • Entusiasmo por la siguiente edición del DAL.
  • Todas las pilas para aprender rápido y bien otros lenguajes como Java y Python. Yo sólo soy estudiante de UTU y mi intención al ir fue la de aprender y no la de ganar. Ahora, que voy a tener un premio entre manos, las ganas de superarme más allá del curso que hago son muy fuertes.
  • Muchos datos e ideas para crear más cosas.
  • Saber que existen buenas empresas, que funcionan bien y cuidan a sus integrantes funcionando aquí en Uruguay.
  • Sorpresa al ver que, entre todos los países que participaron (con mucha mayor población que el nuestro), salió ganador un equipo de Uruguay.
  • Sorpresa al notar que nadie creer poder ganar y sin embargo terminar ganando, incluso el primer premio. Me quedó grabado el diálogo que tuve con Pancho (Francisco Castro) en el que yo le decía que nunca había tenido duda de que ganarían el primer premio al verlos a él y a Andrés Ambrois juntos, y él me contestaba que nunca había pensado que podrían ganar. Ésa, tal vez, es una enseñanza importantísima; que si uno está tratando de hacer lo mejor siempre nota más los defectos, es más exigente con lo que hace. Cuando eso resulta ser lo mejor, muchas veces no lo puede creer. Pasa en cualquier área, me pasaba a mí cuando dibujaba constantemente; la gente me decía que era maravilloso lo que había hecho y yo muchas veces lo encontraba bastante mediocre. Sin embargo, la mejor actitud es esa porque es como salen las mejores cosas: exigiéndose a uno mismo al máximo.
  • Conocidos en otras partes de América que quiero mantener en el tiempo. Siempre es interesante tratar con personas con modos distintos de pensar y vivir. Enseña muchísimo y abre la cabeza. Es, además, un gran entrenamiento para el futuro: si te dedicás a “algo” relacionado con la tecnología, nunca sabés dónde vas a terminar trabajando y con quién. Cuanto antes nos olvidemos de los localismos, mejor.
  • Darse cuenta que con la informática también se puede ayudar en problemas diarios y en temas sociales. Sólo es cuestión de pensarlo y encontrarle la vuelta.






El año que viene va a repetirse el evento y espero para entonces tener más tiempo mental para postear antes de que suceda y no sólo después.

Si quieren más información pueden visitar la página de Desarrollando América

Si quieren ver fotos pueden ir a








¡Abrazo a todos! ¡Espero que les haya gustado!













sábado, 15 de octubre de 2011

Magallanes 2 en la UTU - Los datos

Para los que quieran saber sobre esta netbook, les cuento un poco cómo es.


Sus características de hardware son:
  • Son netbooks Clasmate II, de un programa de Intel similar al de OLPC. 
  • Tienen un disco SSD de 160GBs. 
  • La RAM es de 1GB. 
  • El procesador es Intel Atom, doble núcleo de 1,66GHz cada núcleo.
  • Es resitente a golpes y humedad.
  • Tiene puertos para USB, VGA (otro monitor o un proyector), Impresora, RJ45 (ADSL) y Sonido. 
  • Tiene Lector de Tarjetas.
  • Tiene una buena cámara que funciona como Webcam, cámara de fotos y filmadora.
  • Touchpad con filita al lado para emular la rueda del ratón.
  • Teclado normal, en Español Latinoamericano  (aunque yo lo tengo configurado en Español España).

Las que repartieron este año en UTUs de carrera tecnológica, vienen con una partición de 100GBs para un WIndows Xp y otra de 60GBs para Ubuntu LTS Lucid Lynx.
Como se puede acceder a la BIOS y configurarla, y se puede cambiar el sistema operativo, estoy pensando en borrar el Windows para meterle otro Linux.


Ustedes qué opinan, ¿Qué distro podría ponerle?  Escucho sugerencias



domingo, 9 de octubre de 2011

Magallanes 2 en la UTU - La previa

¡Hola a todos!  ¡He regresado!

Les cuento que en la UTU se están repartiendo unas netbooks llamadas Magalhaes MG2, con Ubuntu Lucid Lynx y Windows Xp.  Tienen buenos recursos, a saber:  Intel Atom x 2 de 1,66GHz cada uno, 1GB de RAM, 160GBs de disco de estado sólido y conexiones USB, RJ45 (ADSL), impresora, monitor o proyector, lectora de memorias y llave de seguridad.

Así son las máquinas:


Y el día de la entrega oficial vino la prensa y autoridades, todo el mundo nervioso.  Las máquinas habían llegado sin que las viéramos cómo ni por quién y llenaban un salón que hasta la semana pasada había sido de Taller de Mantenimiento.




Mañana les cuento cómo fue...

sábado, 17 de septiembre de 2011

Un poco de privacía por favor

           Soy usuaria de Claro.  No es que me parezca un servicio espectacular pero es suficiente y es el único que me da un contrato sin preguntarme hasta el nombre del perro.
Así las cosas tengo un celular y un módem (en realidad dos, voy dejar uno).  Pero sucede que de vez en cuando me envían mensajes.  No de la empresa, que obviamente está en todo su derecho a atomizarme con sus promociones y yo decidiré si las acepto o no.
No.  Son mensajes de personas desconocidas.
         La primera vez que me llegó el mensaje de alguien que no sólo no estaba en la agenda si no que yo no conocía de nada, me sorprendió un momento pero nada más.  Todo el tiempo pasa que uno se equivoca y marca mal o envía un mensaje a quien no era,  y a su vez llegan mensajes equivocados.  Es tan común que en el programa radial  Doble discurso  (Radio 91.1 Futura, Montevideo)  hay una sección que se llama mensajes equivocados.  Al fin de cuentas si pasaba con el teléfono fijo, no hay nada de qué extrañarse porque pase con el celular.
En ese momento tenía un número "tarjetero" con un Motorola lindo pero nada extraordinario.
Al tiempo, me cayó otro y luego uno más.  Como soy distraída y los mensajes que no me interesan los borro inmediatamente, no tenía para hacer una estadística pero me pareció que la gente se empezaba a equivocar demasiado seguido.
Hasta que me cayeron dos mensajes, casi simultáneos;  uno declarando ser una tal Patricia que vivía en Rivera y tenía 27 años (o así)  y otro de un hombre que no mencionaba la edad pero si el signo  (creo que era de Sagitario).  Entonces me di cuenta que mi número había rondado por quién sabe qué lados que había llegado a algún chat o algo así, de esos que se pasan mensajes para ir a los telos.
Me molestó pero pensé que se debería a que llevaba cierto tiempo con ese número  (a saber lo que hace la gente con los números que uno da o publica).  Después de todo mi número no era precisamente secreto de Estado, hasta lo había publicado en Facebook a cuento de unas ayudas para gatos.
Y sin embargo, éso no fue lo peor.
         En agosto compré un Alcatel divino con todos los chirimbolos y contrato.  Este número no se lo he dado a nadie.  Y sin embargo, cada tanto me mandan mensaje personas que no conozco ni de rebote, y no quiero conocer tampoco.  El peor fue uno que dijo ser peruano de buen físico, que escribía con más faltas que un chino, que estaba empecinado en que me quería conocer y mandarme mensajes y llamar a las horas más intempestivas.
El último fue uno que empezó diciendo ser un tal Matías y luego que buscaba a un tal Matías y así con tal de sostener la conversación.
         Ahora hace tiempo que 'el peruano' no molesta pero ése no es el punto.  El punto es que claramente la compañía publica los números de sus afiliados  sin consultar  en vaya uno a saber qué lugares.  He usado Movistar y Ancel y nunca me pasó.  Pero desde que uso Claro este problema es constante.

        Más allá de todos los recaudos que podamos tomar respecto a nuestros datos y nuestra privacidad  (como no poner datos importantes en Facebook, no agregar al MSN gente que no conocemos, etc.),  nosotros hacemos un depósito de confianza en las compañías que elegimos.  Si estas compañías, se pasan la confianza por el forro de los pantalones y hacen lo que se les da la gana con nuestros datos, empezamos a tener un problema tan grave que no sé si no daría incluso para legislarlo.   No tiene sentido que hablen una y mil veces de seguridad y de cómo evitar ser estafados-asaltados-etc., si luego la compañía de teléfonos divulga a los cuatro vientos nuestros números y/o nombres u otros datos.  Porque quién divulga una cosa, bien puede divulgar otra.

       Yo pregunto:  ¿Con qué derecho publican, a saber dónde, mi número?  ¿Cuántas veces no nos enojamos con alguien porque pasó nuestro número sin consultarnos?  ¿Y si lo mismo lo hace una empresa... qué?  ¿De dónde sacaron la idea de que quiero conseguir novio vía celular?  ¿Quién imaginó que le daría la bienvenida a mensajes de chicas en edad casadera?  ¿Por qué suponen que me gusta que me interrumpan a cualquier hora de la noche para preguntarme el signo u otra idiotez por el estilo?



       Me gustaría pensar que los clientes podemos influir si nos unimos y dejamos claros nuestros puntos de vista.  ¡Somos importantes, somos los que pagando los sostienen a ellos!  ¡Sin nosotros los usuarios / consumidores, ellos no existirían!

En fin, pasame la aspirina, creo que debo tener fiebre...  imagino clientes enérgicos en el Uruguay, qué cosas, mañana voy al doctor...

domingo, 28 de agosto de 2011

No anda pero... ¡qué pinta que tiene!


Esta vez traigo una anécdota que me resultó graciosa y que pienso que puede servir para que reflexionen sobre la tecnología y el lugar que muchas personas le dan.
       Yo iba en el ómnibus hacia el Shopping Punta Carretas.  Al lado mío se sentó una chica, muy cheta ella, que enseguida sacó un IPhone.  Yo que sólo lo conozco de verlo en fotos me puse a mirar (disimuladamente, of course).  La interfaz, los íconos, el tamaño, todo era un IPhone pero  ¡oh - oh!  no tenía manzanita.  Un producto de Apple sin manzanita no existe, no es de Apple.  Entonces me di cuenta que era uno de esos símil IPhone chinos, sin marca, que se venden por el centro, a U$D100 o menos.  Entonces me dediqué a lo mío, que es mirar por la ventana.  Pero no pude evitar oírla hablar y escucharle lo que decía porque no hablaba precisamente en susurros.  Y de repente caí en la cuenta de que cada dos por tres repetía  "Si no se me corta..."  Yo pensé que tendría poca tarjeta o algo así, y seguí en lo mío, pero cuando sentí un abrupto silencio me di vuelta a ver qué había pasado.  Entonces vi que la chica sacudía el celular.  Al rato se prendió solo y volvió a llamar.  Siguió hablando y repitió otra vez "Si no se me corta..."  Entonces empecé a sospechar que la cosa iba por otro lado que no era el saldo.  La miré y vi que sacudía otra vez el celular, se prendía pero no lograba llamar.  Entonces se puso a escribir un sms y ahí, en medio del mensaje se le apagó.  Lo sacudió una y otra vez y apretó el botón de cortar y finalmente, como de mala gana, se encendió de nuevo.  Siguió escribiendo.  Se le apagó.  Sacudón.  Volvió a encender.  Siguió escribiendo y mandó.  Yo me di vuelta a mi ventana.  Pero ella no guardó el celular ¡no, qué va!  Llamó por teléfono a otra persona.  ¡Y adivinen qué!  Se le apagó y tuvo que esperar a que la llamasen.  Y luego se le volvió a apagar.  Mandó otro mensaje salpicado de apagones y sacudones.  Y volvió a hablar por teléfono alternando la conversación con los apagones y sacudidas.
Se bajó en el shopping igual que yo, creo que trabajaba en una de las tiendas.  La vi alejarse mirando su IPhone trucho con concentrada preocupación.
         Y yo pensé:  Si hubieras comprado tecnología en lugar de status social, te hubieras ahorrado un montón de dolores de cabeza.  
         Siempre he sido enemiga de la falsa oposición entre belleza y utilidad.  Se pueden tener ambas cosas y yo siempre las he buscado y las he conseguido.  Tanto en la tecnología como en otros ámbitos de la vida, como muebles, autos o lo que sea.  No seré yo quién diserte sobre éso.
Pero sí una pequeña reflexión sobre los valores que se le cargan a elementos tecnológicos que en realidad están ahí para simplificarnos la vida y nada más.
         Entre los U$D100 y los U$D200 hay montones de celulares de un aspecto divino, con una preciosa interfaz y pila de características cool.  De hecho, yo tengo un smartphone que anda por los doscientos, doscientos y algo de dólares y es espectacular en todo sentido.  Y tiene marca.  Todos ellos tienen marca.  Y no es por ser cholulo, la marca es un tema que no tiene que ver con que "queda bien comprar de marca", si no con tener la seguridad de que funcione.  Y de que si tenés un problema cualquiera, mañana o pasado, tengas un respaldo, un lugar donde validar la garantía, donde hacer valer tus derechos de comprador.
Pero si lo que se valora socialmente  (al menos en ciertos círculos)  es tener un Blackberry o un IPhone porque sí, porque es caro y es cool  (como en otra época se valoró tener un V3 o un V8, por los mismos motivos),  se deja de lado el objetivo principal de esos aparatos que es el de simplificar la vida y cumplir con determinadas tareas que algunos necesitan y muchos no.  No es importante tener un gran celular.  Es importante tener determinado celular.  No importa si hay otros más lindos, mejores o más útiles.  Ni siquiera importa si hay otros iguales a esos, la cuestión es tener ésos.  Y si no podés tenerlo, comprar uno que engañe y simule ser uno de esos.
Y si una persona a la hora de comprar, en lugar de comprar para sí misma preguntándose sinceramente qué es lo que precisa y qué quiere hacer con el dichoso aparatito, compra pensando en los demás, en que la miren con admiración porque creen que tiene un equipo que en realidad no tiene...   Lo que terminará comprando esa persona es un problema y no una solución.  Y encima viviendo una mentira.

Como la chica que se sentó al lado mío en el ómnibus.






martes, 16 de agosto de 2011

¡Devuélvanme mis applets!

¡Hola a todos!   He vuelto  :-)

Hoy vengo con una solución sencilla para un problema común y, aparentemente, irresoluble en Unity.
Se da la extraña situación de que Ubuntu ofrece, tanto desde Synaptic como desde el Centro de Software, numerosos applets que luego de instalados no aparecen por ningún lado.  Uno piensa que salió algo mal pero no, porque si uno se fija los applets están instalados y no parecen tener nada mal.  Pero si uno quiere acceder a ellos no puede.



¿Qué es lo que está pasando?

         Primero vamos a las causas.  Los applets están, se han instalados correctamente pero no podemos hacerlos funcionar porque éstos dependen del panel de Gnome, ya que no son independientes sino que residen allí  (éso es lo que los diferencia de los programas comunes).  Y el mencionado panel no está más. 
¡Pero no se asusten!  El panel está instalado sólo que no se ejecuta.


Aquí está la solución

         La solución no es gastar ancho de banda y espacio en disco en programas mucho más grandes que hacen lo mismo que el dichoso applet, muchas veces además consumiendo más recursos.
La solución es ir a Aplicaciones al iniciar => Añadir  Y allí agregamos el Panel de Gnome.  En el casillero de nombre ponen lo que gusten  (por ejemplo, Panel), y en el de comando ponen  gnome-panel.  Si quieren pueden dejar vacía la descripción.
Le dan Aceptar y ya queda añadido.  Cierren la sesión y vuelvan a abrirla.  Podrán ver que abajo aparece la clásica barra de herramientas donde podrán agregar los applets que quieran con el método clásico de Agregar al panel.




Troubleshooting

          Puede suceder que les arranquen los dos paneles en lugar de sólo el de abajo con lo que pierden los menúes y los botones de control de las ventanas.  Esto se soluciona de formas muy simples.  Primero minimicen todas las ventanas con el botón de "Mostrar el escritorio",  luego vayan a la configuración de Compiz  (si no la tienen, ¡instálenla! sirve para todo y ocupa muy poco)  y busquen la seción  Workarounds.  Allí tilden las opciones  Fix Firefox windows  y  Fix OpenOffice windows.  Luego de ésto seguramente todo haya vuelto a la normalidad. 
Pero si aún así vuelven a tener problemas, hagan lo siguiente:  Minimicen todo y pinchen el ícono de Dasher para aplicaciones o para archivos y carpetas (cualquiera sirve).  Aparece el menú que ocupa toda la pantalla ¿verdad?  Bueno ahora vuelvan a pinchar el ícono y encontrarán todo en orden.  Los menúes y controles allá arriba integrados a la barra de Unity y el panel con sus applets funcionando abajo.  ¿No es perfecto?





Aquí está cómo queda la ventana finalmente.






Espero que les haya gustado y les sea de utilidad.

¡Hasta la próxima!